Y si no es él, ¿quién?

Cada vez son más los alperovichistas que no están seguros de que Juan Manzur pueda ocupar el rol de compañero de fórmula del gobernador, José Alperovich. A diferencia del convencimiento que transmitían hasta no hace mucho tiempo, hoy los gestos de algunos caminantes del primer piso de la Casa de Gobierno abren lugar a la incógnita y a la incertidumbre. Especialmente, para el futuro del licenciado vicegobernador y actual ministro de Salud de la Nación.

En medio de esa humareda de intrigas en la que se perdió el oficialismo, la fugaz visita de esta semana de Manzur sirvió apenas para sacar una conclusión: contra lo que se decía en 2010, marzo no será el mes en el que concrete su retorno definitivo a la provincia. En realidad, lo que más le preocupa a cierto sector del oficialismo es que no se sabe cuándo desembarcará el funcionario en suelo tucumano.

El miércoles, durante el asado en la casa del gobernador, Manzur reprodujo lo que, en Buenos Aires, siquiera le permiten escuchar. Y es tan vaga su situación que el diálogo giró sólo en torno de un improbable adelantamiento de las elecciones nacionales, según sus palabras. Es decir, de su futuro, poco y nada puede decir. Porque ni siquiera Alperovich sabe qué le deparará el destino inmediato a su ex compañero de footing.

"Mantequita"

En este hormiguero de versiones y de caminos contrapuestos en el que se sumergió el alperovichismo, hay un par de hechos de los que nadie duda. Primero, que el gobernador no le sacará un ministro a la presidenta, Cristina Fernández. Y segundo, que ningún dirigente se pone el overol con gusto para juntar votos en favor de alguien que no está. Mucho menos, entonces, los jefes de operaciones Sergio Mansilla, Osvaldo Jaldo y hasta Edmundo Jiménez.

Ahora, ese disgusto generalizado no necesariamente será óbice para que Alperovich le suelte la mano a Manzur, para que siga a bordo de ese barco inestable llamado cristinismo. Sin embargo, algunos oficialistas -de esos capaces de afeitarse el bigote para seguir al gobernador- entienden que el mandatario no podrá sostener por mucho tiempo más el blindaje de "mantequita" con el que recubrió a Manzur. Principalmente, porque abonan la teoría de que si Cristina va por la reelección -y es reelecta-, no tendría muchas intenciones de liberarse de su ministro de Salud.

Aquí, un elemento que juega a favor de quienes vislumbran a un Manzur a 1.200 kilómetros de Tucumán: el vicegobernador exiliado se crió políticamente en la cuna duhaldista: fue secretario de Salud de La Matanza bajo la intendencia de Alberto Balestrini y luego promovido por Ginés González García. Es decir, aunque kirchneristas, los tres comparten el pasado con el ideólogo de los barones del conurbano bonaerense y de "los gordos" de la CGT. Y hoy Cristina, en medio de la batalla judicial, política y gremial por el manejo de las obras sociales, no puede dejar cabos sueltos.

Otro argumento que tiran sobre la mesa de las hipótesis es que sin Manzur, la Cámara funciona igual. Efectivamente, porque el secretario parlamentario (Juan Antonio Ruiz Olivares) es el que teje y desteje en ese poder. Y como buen lobbista que es, "El Gallego" hace fila todas las tardes en el antedespacho del gobernador. Y para eso no es necesario que esté Manzur.

Los que sí quieren

De todas formas, si no es Manzur, ¿quién?

Aunque en público repita que Alperovich ya dijo quién será su vicegobernador, Mansilla camina por los inundados senderos de la provincia recibiendo palmadas en la espalda. Y eso le gusta. El ex arquero de Newbery siente que nadie más que él puede garantizar al gobernador fidelidad y manejo político en el peronismo. De hecho, a "La Burra" le costó convivir como presidente subrogante de la Legislatura mientras Manzur aún se paseaba con Alperovich cada mañana. De todas formas, extraña el cuchicheo político diario, de entrecasa. Y en el Senado, apenas es uno más. Por todo eso, no le disgustaría recibir un mimo de su jefe político en este 2011.

Los oficialistas que juegan a bucear por la mente del gobernador también arrojan un par de nombres más. El de Osvaldo Jaldo, por ejemplo. Pero a los pocos minutos dudan: aunque hoy tiene asegurada una silla en la mesa VIP, el tranqueño fue uno de los últimos peronistas en sumarse al proyecto alperovichista. Y tuvo que hacer banco un buen tiempo en la Caja Popular de Ahorros; luego, sí, logró quedarse con el sillón desde el que se digita cada paso en las 18 municipalidades del interior y en las 93 comunas rurales. Ahí está más que cómodo, pero Jaldo es un hombre con aspiraciones y con serias apetencias políticas. En consecuencia, su temperamento lo hace impredecible.

También sugieren -con mucho menos convencimiento- el nombre de Regino Amado, el hoy vicegobernador interino. Monterizo y alperovichista por creación, Amado tiene un perfil inofensivo, más parecido al de aquel pegajoso Manzur que hacía las veces de vicegobernador.

Sin conducción

Aunque producto de las internas, de los rencores, de los deseos y de los codazos de una lucha enquistada por el poder, los reparos por la ausencia crónica de Manzur se dicen en voz cada vez más alta en el oficialismo. A esto se suma que una gran parte del alperovichismo no se siente representado -ni mucho menos seguro- bajo el liderazgo del hoy ministro de Salud. "Si llega a ser él gobernador alguna vez, no queda ninguno de nosotros aquí", se confesó un inquilino del primer piso de la Casa de Gobierno.

Ese mismo confidente no cree en la posibilidad de que Alperovich cambie de opinión. Pero que, aunque se muestre distante, sí está atento a los murmullos. En definitiva, el gobernador es consciente de que haber lanzado el nombre de Manzur al promediar 2010 le ahorró un efervescente conflicto con el rojkesismo. De la misma manera, hoy sabe que su elegido corre una carrera contra el tiempo y que el reloj no está ni en sus manos ni en las de Manzur. Y de acá hasta las elecciones de agosto, los minutos, las horas y los días irán más rápido que el "Correcaminos" para los peronistas: el que no esté en condiciones de largar, corre el riesgo de quedarse a mitad de camino y, en consecuencia, cada vez más lejos de 2011.

Por todo eso, ¿y si no llega a ser Manzur?